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MUCHAS GRACIAS, DON RAÚL MARTÍNEZ, DESCANSE EN PAZ

Isaac Guerra

‘Don Raúl, voy con Doña Cochambres, se le ofrece algo”, “sí, amigo, tráigame unos taco de maíz de chicharrón”, ‘oiga, si va a las campechanitas, me trae unas porfa, así de cuates y me compra unas cocas de pasadita, aquí se las pago”, eran frases comunes en la redacción a diario, igual le llegaba y pedía para el tan famoso ‘pusístes’ que fue tradicional y del que nadie se escapaba.

Fueron grandes y maravillosos recuerdos que afloran en mi mente en estos momentos de mi paso por el Grupo Multimedios, en lo que fue el periódico Express de la Tarde y Express de la Mañana, antes llamados periódicos Extra.

Fue en el año de 1999 cuando llegué a esa redacción a trabajar con Don Raúl Martínez y quien me llevó fue mi gran amigo Eduardo Mares Guerrero que en paz descanse.

Don Raúl hoy a emprendido el viaje al más allá, se nos fue el también llamado ‘El Señor de las Tinieblas’, que de paso les cuento que una vez pusieron dos oficinas juntas en la redacción y en una estaba el señor José de la Luz Lozano, ‘El Señor de La Luz’ y al lado Don Raúl Martínez, ‘El Señor de Las Tinieblas’, en broma decíamos que nosotros estábamos en el limbo.

Este personaje era muy serio, muy propio, pero a la vez reservado, siempre amable y eso sí, muy estricto, muchas veces me devolvía el trabajo y hasta me molestaba, salía muy encabronado, pero con el tiempo me daba cuenta que no lo hacía por joder, sino por enseñarme, siempre me exigía más, porque me decía, “usted es chingón, usted puede mejorar eso”, me aventaba el reto y así fue, así lo tomé y así avancé en mi carrera periodística.

Don Raúl nunca descansaba, a diario acudía a su oficina, en la mañana y en la tarde, de lunes a domingo, cuando le tocaba descansar era en temporada navideña que se iba a la Ciudad de México con sus familiares.

Una sola vez lo vi llorar de impotencia y desesperación cuando su pareja, la señora Cristy se vio en una situación peligrosa cuando llegaron los estragos de un huracán y no podía salir de su casa que se estaba inundando.

Recuerdo que llegué a su oficina, le di unas palmadas en la espalda y le dije, “señor, dígame la dirección y yo voy por ellos”, “de verdad me haría ese favor, amigo”, le contesté que sí, pero en la redacción no nos dejaron salir, ni las autoridades dejaban circular, afortunadamente se solucionó el problema, no pasó a mayores.

Don Raúl era un tipazo, todos le apreciaban, ahí lo veía charlar con la Lic. María Julia, con el arquitecto Benavides, con Chabelo Jiménez (QEPD) y Joel Sampayo (QEPD), el mismo patrón, Don Francisco González y el Ingeniero del mismo nombre le hablaban por teléfono seguido, inclusive para saludarle.

Era muy atento y todo un caballero con las damas, tenía ese don de gente que lo caracterizaba, en broma decíamos cuando lo veíamos venir, “aguas wey, ahí viene Don Raúl”, pero eso sí, siempre convivía con nosotros en los cumpleaños ponía para el pastel, sacaba monedas que traía en un monedero o un billete.

Recuerdo el día de mi boda el 20 de septiembre del 2003, ahí llegó a la misa, bien elegante y nos felicitó, se tomó la foto y se encontró con otro gran amigo, Chabelo’ Jiménez, fue un gran honor tenerlos a los dos en mi día más importante.

Muchas veces nos peleamos fuerte, pero sé que él sabía dominar la situación, pero me forjó el carácter y me hizo crecer en el terreno profesional y como persona.

Recuerdo esos convivios de los sábados en la redacción con el ‘pusíste’ de chicharrón de la Ramos, siempre pedía una bolsita aparte para degustar en su oficina, nos íbamos en su carro y seguido nos lo prestaba para vueltas, nos dejaba salir a comprar comida o algún otro mandado, a vece iba con nosotros.

Recuerdo la última vez que lo vi, yo ya no estaba trabajando, de hecho ya me habían amputado el pie, llegué en mi carro a su casa y me pidió de favor si lo llevaba a la clínica 2 por unos medicamentos.

Siempre fue un placer servirle, siempre le estaré agradecido y nunca lo olvidaré, Muchas Gracias Don Raúl, Descanse en paz.