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BOXALDIA VISITA EL GYM MAPIMI RODRÍGUEZ

Isaac Guerra/Enviado, Torreón, Coahuila

En el meritito Torreón, Coahuila, ahí está la base de los grandes boxeadores del estado, el líder de los prospectos de la Comarca Lagunera se llama Jorge Rodríguez, ex boxeador profesional que hoy en día busca llevar a sus pupilos a lo que él no pudo alcanzar como pugilista, la conquista de un campeonato mundial.

A diario desde temprano, el entrenador apodado ‘El Mapimí’ llega y abre las puertas de su templo deportivo, un área que no le cuesta, que los vecinos mismos se la prestaron para que promoviera el deporte en la comunidad y les ha respondido con creces.

Ahí entrenan gustosos todos los que así lo desean, niños y niñas de todas las edades, jovencitas que buscan realizar de un deporte, jóvenes que quieren canalizar sus energías en algo positivo, las madres de familia ahí a un costado esperan a sus hijos, los vecinos se sienten seguros de que se está trabajando bien.

Jorge Rodríguez se encontraba afuera del gimnasio Mapimí Rodríguez platicando con su hijo, un jovencito que está destacando en el amateur, aunque nos lo dice abiertamente que no quisiera que fuera boxeador porque se sufre más cuando un padre lo sube, pero no le quiere quitar la intensión de buscar su camino.

Jorge nos recibe con una sonrisa, un abrazo y eso sí, un paquete de seis gorditas de Torreón, la especialidad de esa tierra, muy ricas por cierto, aunque hubieran estado mejor si hubiesen sido de harina.

Ahí empezamos a platicar sobre boxeo, lo que nos apasiona, llega su hermano que estaba manopleando a dos alumnas, mientras en el interior del gimnasio los jóvenes estaban en sus respectivas rutinas.

De pronto Jorge nos dice: “permíteme tantito, deja manopleo a mi hijo”, lo hace y somos espectadores, después de un rato baja y sigue con la charla.

“Este gimnasio nos lo prestaron y estamos muy a gusto aquí, tenemos lo que necesitamos, nos da gusto poder con tribuir a alejar a los muchachos de los vicios y de las malas compañías, si uno salvamos de caer en las garras del vicio y la delincuencia, nuestro proyecto ha cumplido, pero no paramos, seguimos día con día”, señala Jorge.

Inclusive los muchachos llegan a un nivel donde ya el amateur lo deben dejar atrás para meterse al profesional, pero. “No los aviento a menos de saber que se saben defender, que tenga el talento, porque no soy de qué por ganarme unos pesos, mandarlos al matadero, no comparto la idea de ir a llevar a un muchacho a pelear sabiendo que va a perder, si perdemos que sea porque el otro nos superó en el ring, que haya las mismas posibilidades de ganar para que esté pareja la pelea”, manifiesta.

Los muchachos e ven contentos, se sienten protegidos, que el entrenador los sabe cuidar y los enseña como debe ser en compañía de su hermano que es un trabajador incansable, se le ve disfrutando su trabajo, quitándose las gotas de sudor de la frente con problemas por traer puestas las guantaletas.

“Aquí no paramos, entrenamos duro, me reflejo en los muchachos, quiero que lleguen a cumplir sus metas, sus sueños por eso es que somos dedicados, las empresas nos contratan, nos llaman de aquí de México y del extranjero y si sabemos que podemos ganar, vamos a donde sea, pero si la pelea no es ganable no la agarramos porque no voy a arriesgar a los muchachos, de hecho me han pedido peleadores oponentes y les he dicho que no tengo, aquí la mentalidad es salir a ganar donde sea y al que sea”, señala orgulloso.

Ahí Se queda ‘El Mapimí’ viendo el reloj, me dice algo apenado: “Wey, discúlpame, me tengo que ir a recoger a mi esposa”, no hay problema le respondemos y nos despedimos, pues del otro lado de la cera se encuentra mi hermano Armando Guerra esperando, vamos subimos al auto y adiós, directo y sin escalas a Monterrey.

Fue un viaje agradable y una visita inesperada para Jorge Rodríguez, pero que ambos la disfrutamos.