

Isaac Guerra
Saúl «Canelo» Álvarez retuvo sus campeonatos mundiales en una pelea que dejó más dudas que emociones. El tapatío venció por decisión unánime a William Scull, un retador que poco ofreció al espectáculo y cuya estrategia defensiva terminó por contagiar la atmósfera del combate.
Desde el primer asalto quedó claro que no sería una noche inolvidable. Scull se dedicó a moverse, fintar y evitar el intercambio, limitando sus ofensivas a contados intentos que lograban conectar apenas cuando Canelo buscaba cerrar la distancia. Por su parte, el mexicano presionó durante los doce rounds, pero sin encontrar nunca un ritmo que hiciera vibrar a los asistentes. Al final, hasta el propio Álvarez reconoció que la pelea no fue del agrado de nadie, incluyendo el suyo.
Y es que para que haya espectáculo, se necesitan dos. Esta vez, solo uno quiso pelear.
Sin embargo, el verdadero momento clave llegó tras la decisión. En el centro del ring se hizo oficial lo que muchos ya sospechaban: Saúl Álvarez enfrentará a Terence Crawford el próximo 12 de septiembre en Estados Unidos. Un duelo entre campeones indiscutidos que sí promete emociones, calidad y tensión por los cuatro cinturones de campeón mundial.
Otro detalle que llamó la atención fue la entrega de un cinturón especial a Canelo, confeccionado con piezas de oro macizo. Aunque impresionante en lo visual, el llamado «Cinturón Terrin» tiene más valor simbólico que deportivo, ya que no representa un campeonato avalado por los principales organismos del boxeo. El Consejo Mundial de Boxeo (CMB) sigue siendo la institución con mayor reconocimiento, seguido por la OMB, la AMB y la FIB.
Al final de cuentas, la pelea contra Scull quedará en el olvido. Lo verdaderamente importante es que el siguiente paso ya está en marcha: Canelo vs. Crawford, un choque que ahora sí, lo tiene todo.