El que fuera boxeador amateur y luchador profesional, falleció en Viernes Santo enluteciendo a la Familia Gurrola
isaac Guerra
Monterrey, N.L.— El deporte regiomontano está de luto. Este Viernes Santo partió de este mundo Camilo Gurrola, figura clave en la historia de la lucha libre y el boxeo amateur de Nuevo León, y patriarca de una de las dinastías más respetadas del pancracio en el norte del país.
Camilo Gurrola fue el mayor de una familia que dejó huella en los encordados. Hermano de Joaquín (El Monje Negro), Miguel (El Pirata Negro / Monje Negro II) y Monje Negro III, y padre de Hator, Monje Negro Jr. y El Divo (antes Estrella Dorada Jr.), Camilo se convirtió en un referente no solo por su legado familiar, sino por su disciplina, entrega y amor por el deporte.
Antes de la lucha libre, Camilo hizo historia en el boxeo amateur, donde se enfrentó nada menos que al legendario Vicente Saldívar durante un torneo nacional celebrado en Ciudad Juárez, Chihuahua. Aunque no continuó profesionalmente en el pugilismo, su paso por los cuadriláteros fue determinante para moldear la mentalidad combativa que transmitió a sus hermanos y descendientes.
La revista LUCHA LIBRE, en una de sus publicaciones más recordadas, dio cuenta de la influencia de Camilo en el surgimiento de los Gurrola en el espectáculo luchístico:
«El hermano mayor en nuestra familia, Camilo Gurrola, nos enseñó a no dejarnos de nadie», recordaba Miguel, quien comenzó luchando como La Tromba antes de asumir el personaje de Monje Negro II.
Camilo fue guía, formador, y símbolo de una era dorada para el deporte de contacto en Monterrey. Su presencia era sinónimo de respeto y sus enseñanzas aún resuenan en cada función donde un Gurrola se hace presente.
Hoy, el “Monje del Boxeo” se ha ido, pero su historia seguirá viva entre las cuerdas y las leyendas que él ayudó a construir.
Descanse en paz Camilo Gurrola. Nuestro más sentido pésame a la dinastía Gurrola.
