Mexicali, Baja California
Por Isaac Guerra
Lo que parecía una función más, terminó en un escándalo de proporciones nacionales. El pasado 29 de marzo, en la polémica cartelera organizada por Cachanilla Promotions, se presentó un hecho gravísimo: un boxeador subió al ring usando otro nombre, y la Comisión de Boxeo de Mexicali fue sorprendida… o cómplice.
El periodista Memo Tellaeche, de Sonora, analizó el video del combate donde supuestamente el estadounidense Jessie Mandapat vencía en 30 segundos a Carlos Rodríguez, y reveló que el peleador que realmente subió al ring era Samuel Rivera. ¡Un fraude descarado!
Esta revelación pone contra las cuerdas al presidente de la Comisión, Orlando Castillo, quien no ha dado la cara de forma clara. La pregunta es obligada:
¿Falló el protocolo de verificación?
¿Se trató de un encubrimiento?
¿Hubo línea desde la presidencia municipal?
La cosa no para ahí: el próximo 18 de abril se anuncia otra función en la Plaza de Toros Calafia, ahora promovida por Carlos Adams y coorganizada nuevamente con Cachanilla Promotions. Castillo afirma no tener ni cartel ni autorización oficial, pero en redes sociales ya circula el póster y hasta hay venta de boletos.
Lo peor: se anuncian 14 peleas en una sola noche, un exceso similar al que ya generó caos el mes pasado. Muchos temen que se repita el desastre, o peor aún, una tragedia.
“No tenemos nosotros autorizada ninguna función hasta el momento”, declaró Castillo a este medio. Pero la ciudad está en alerta y la credibilidad del boxeo en Mexicali pende de un hilo.
Lo que se ve es un claro caso de «winning tourism», donde boxeadores extranjeros compran victorias fáciles en México, aunque sea violando reglamentos y arriesgando la integridad de los peleadores.
¿Será que Orlando Castillo negoció su permanencia como presidente a cambio de favores políticos? ¿Se dejará pasar otra vez un hecho grave por “órdenes superiores”?
El escándalo ya está en el ring, y la reputación del boxeo mexicano está en juego.
