Mauricio Sulaimán / hijo de José Sulaimán / Presidente del WBC
Decidí viajar a Las Vegas, aún en mi periodo de luto por mi querida madre, para acompañar a nuestro orgulloso Campeón Saúl Canelo Álvarez y al merecido retador Edgar Berlanga en el tradicional festival de boxeo del Día de la Independencia de México. No fue fácil, pues me sentí fuera de lugar en todo momento, pero recibir tanto cariño, amabilidad y consideración de tanta gente, fue algo que me dio una gran emoción y vivirá en mi memoria por siempre.
Estando en el ring, listo para esperar a que salieran los boxeadores, Jimmy Lennon llamó la atención de la gente, y frente a una T-Mobile Arena repleta, expresó unas hermosas palabras sobre mi Madre, mientras las pantallas mostraban fotos de ella, seguidas de un conteo de 10 campanadas en honor a su eterna memoria.
Nunca olvidaremos como familia este increíble gesto de los campeones de boxeo Premier, Al Haymon y todo su maravilloso equipo Tom Brown, Luis Decubas, Sylvia Browne, Bruce Binkow, Araceli Villegas, Brittany, Raul Jaimes, Chris Gilmore y tantos otros miembros de este grupo que le ha dado a mi familia un momento de gloria ya que mi madre siempre estuvo atrás pero sin embargo fue una fuerza muy importante para hacer de mi padre José Sulaimán y del WBC lo que representa.
El día antes de la pelea estuve con Saúl, y me impresionó su madurez como persona. Me expresó mensajes muy profundos con gran empatía sobre la vida, fue tan tranquilo y sólido en sus palabras y sentí una increíble tranquilidad una vez que salí de la habitación.
Cené con Mike Tyson y su esposa Kiki, y Miguel, como lo llamo desde que lo conocí, me contó de aquella cena en mi casa cuando él era campeón, y del banquete que preparó mi madre, y cómo bailó con ella. Siempre la llamaba: Mamá. También hubo abrazos y palabras de tanta gente magnífica: Claudia Trejos, Tom Brown, Luis de Cubas, Stephen y Jeannena, Tommy Hearns, Carlos Adames, Chris, Abner Mares y Sebas, que es el chofer que me recogió en el aeropuerto, quisiera poder nombrarlos a todos uno por uno; Jueces, referis, personal de Comisión, entrenadores y peleadores, Toda esta maravillosa bondad y empatía, me llenó y me abrazó de cariño, y hoy comienza mi nueva vida, para honrar la memoria de mi amada Madre, junto y al lado de Don José.
Saúl Canelo Álvarez distinguió a México con una nota alta una vez más. ¡Qué peleador y qué pelea! La rivalidad México vs. Puerto Rico escribió otra página con letras de oro en ese libro de la historia del boxeo. Edgar Berlanga silenció a quienes no lo conocieron y convocó una pelea de gran valor, intensidad y emoción. Fueron 12 rounds de combate sin tregua, y después, una vez que se asentó el polvo, una vez que sonó la campana, se abrazaron respetuosamente durante varios minutos. Esa es la pura belleza, magnamidad y majestuosidad del boxeo, el deporte más noble que existe, queriendo despedazarse el uno al otro cuando suena la campana inicial, y luego comienza una amistad para toda la vida, cuando suena la campana final.
Canelo lució espectacular. Fue agresivo, recopiló combinaciones precisas y las complementó con ganchos abrasadores. Derribó a su valiente, decidido e intrépido rival en el tercer round. con un gancho de izquierda en el momento justo. Durante toda la pelea, la gente lo vitoreó y lo alentó con:
“¡Vamos! ¡Vamos! ¿Eso es todo lo que tienes?” Ambos guerreros se lo dijeron durante toda la pelea, una pelea que mantuvo entretenidos a los más de 20 mil aficionados. Vimos a un Canelo diferente, sistemático, omnipresente, con defensa sutil, sofisticada, pero sin dejar de lanzar golpes; Berlanga conectó jabs certeros y derechazos peligrosos, estuvo activo y nunca retrocedió; Canelo salió de esta pelea marcado en la cara por el combate, lo cual es inusual, pero disfrutó al máximo su actuación, y se dejó llevar por el micrófono, para demostrar su profundo y perdurable amor por México, y todo lo que representa esta gran nación. Eddy Reynoso y su amado padre, Don Chepo, idearon, elaboraron, entregaron, ejecutaron y llevaron a cabo el plan de trabajo integral y la estrategia, que involucró la preparación física y mental para una magistral y memorable actuación del tapatío.
Josejas, nuestro embajador humanitario del WBC, entregó el hermoso cinturón conmemorativo de la pelea, el Tamaulipas II, obra maestra, creada con amor y habilidad por manos artesanas del Estado y ciudad natal de Don José y Doña Martha. Una piel tamaulipeca bruñida finamente elaborada en la correa Verde, adornada con una espectacular placa.
Josejas es un joven que se preocupa más por el boxeador incluso que por el deporte en sí; por los niños del mundo que necesitan reflexionar sobre alguien y entender que todos somos campeones a nuestra manera, en nuestra nuestras propias vidas.
Con este resultado, México avanza en la tabla de triunfos, con el cinturón del WBC en juego, ante Puerto Rico, con 23-18. Canelo y Berlanga emularon y le hicieron honor a sus ídolos compatriotas, es decir, Sal Sánchez y JC Chávez y al elenco estelar de puertorriqueños: Wilfredo Gómez, Héctor Macho Camacho, Carlos Ortiz y Miguel Cotto.
Esa misma noche, la UFC, que es una empresa multimillonaria que promueve eventos de MMA, presentó su evento en The Sphere. Se especuló que era una especie de afrenta al boxeo; una competencia para ver quién puede hacer más y superar al otro.
Al final del día, mientras la noche invadía y envolvía, Canelo disfrutó de un lleno absoluto con un ambiente inigualable. Una noche para recordar, dejando claro que el boxeo es el dueño de estas sagradas fechas del 5 de mayo y el 15 de septiembre; una tradición de décadas que nuestros migrantes adoptaron para celebrar sus raíces, y con las mejores peleas del año desde los años 80. Los dos deportes pueden coexistir y compartir. Hay público para todo y para todos y más, cuando México, sus paisanos y sus paisanas y el mundo entero se reúnen en Las Vegas y muchas otras ciudades para celebrar y unirse como uno solo, en estas fechas especiales.
¡Viva el deporte! ¡Viva México!
¿Sabías que…?
Mi Madre abrió su corazón al boxeo desde el principio. Hizo de su casa la casa de todos, y con su calidez generosa y dadivosa, aderezada con sus deliciosos platillos árabes y mexicanos, recibió con los brazos abiertos a innumerables personalidades en su hogar, ya sea en grupos o de uno en uno. Para ella, cada persona era especial. Muchos la llamaban Mamá. Julio César Chávez la visitó el sábado 17 de agosto, un día antes de su fallecimiento, y en un hermoso momento, sin saberlo, se despidió de “La Jefa”.
La anécdota de hoy
Estábamos en Las Vegas para la pelea de Chávez contra El Macho Camacho, precisamente el fin de semana del Día de la Independencia. Mi padre se negó a llevar a mi madre y a mis hermanas a los eventos de boxeo, porque no podía dedicarles toda su atención. Esa pelea era tan importante que las mujeres de la casa impusieron tal presión, que se impusieron y no quedó otra opción. Una noche, después de cenar en el Hotel Hilton, mi madre insistió en que don José le diera un número de la suerte. “Martha, yo no juego, y tú lo sabes bien, ¡pero cómo insistes! Pues el número cuatro, que era mi camiseta en el béisbol”.
Minutos después mi madre regresa y le entrega 500 dólares.
“¡Oh, Dios mío! ¿Y esto? ¿De qué se trata?” “Puse 20 dólares en el cuatro de la ruleta, y… ¡cayó! Paga 35 a 1”. “¿Qué? ¡Qué suerte! ¿Y los otros 200?” “¡Oh, bueno, esa es mi comisión, Mi Amor!” Mi madre respondió sonriendo.
Agradezco sus comentarios en [email protected]