Isaac Guerra
El boxeo amateur en México enfrenta una problemática que, para muchos, resulta injusta e irónica. Mientras que los boxeadores profesionales, incluso aquellos con experiencia en combates de 4 a 10 asaltos, son contratados con todos los gastos pagados – incluyendo vuelos, hospedaje, alimentación y una buena paga por su participación –, los amateurs, que están en la base de la pirámide del boxeo, enfrentan un panorama completamente diferente.
Estos atletas, en lugar de recibir apoyo, deben pagar para competir. Los boxeadores amateurs que participan en eventos locales tienen que cubrir el costo de la inscripción y adquirir su “récord book”, un requisito básico para seguir compitiendo. A esto se suma que, si logran clasificar a competencias regionales o nacionales, deben costear de su bolsillo el transporte, hospedaje y alimentos. Lo que debería ser una oportunidad para destacar su talento, se convierte en una barrera económica que selecciona a quienes pueden cubrir los gastos, en lugar de a los mejores boxeadores.
Este sistema tiene una falla evidente: no es el talento el que avanza, sino quienes cuentan con los recursos económicos. Es una paradoja injusta que limita las oportunidades de muchos jóvenes prometedores, quienes ven truncado su desarrollo por no poder cubrir los costos que implica competir.
Lo más preocupante es que se espera que el deporte amateur sea promovido y apoyado por los gobiernos municipales, estatales o federales. En teoría, el Estado debería estar a la cabeza de los esfuerzos por fomentar el deporte, garantizando que los atletas puedan desarrollarse sin tener que preocuparse por los gastos que implica la participación en competencias. Sin embargo, la realidad es otra. En el boxeo amateur, los atletas quedan desprotegidos, obligados a depender de sus propios recursos o del apoyo de familiares y amigos.
Ejemplos de esta realidad sobran. Si bien casos como el del medallista olímpico Marco Verde, que tuvo que vender su auto para poder participar en los Juegos Olímpicos de París 2024, son excepcionales, no representan la totalidad de lo que ocurre en el día a día del boxeo amateur mexicano. Muchos boxeadores amateurs, sin el apoyo suficiente, terminan abandonando sus sueños debido a la falta de recursos para seguir compitiendo. La imagen de un boxeador amateur sacrificando todo para poder subir al ring es un retrato triste y, lamentablemente, común.
Es urgente que se replantee la manera en que se apoya y financia el deporte amateur en México. Si no se toman medidas, el país seguirá perdiendo talentos que, por falta de recursos, no podrán llegar a los niveles más altos del deporte. El boxeo, un deporte que ha dado grandes figuras a México, merece un mejor trato para sus futuras estrellas, aquellas que todavía se están formando en los gimnasios y que luchan no solo en el ring, sino contra un sistema que no les permite brillar plenamente.