Isaac Guerra
La controversia en torno a la intervención de entidades privadas en el boxeo y el papel del réferi Alberto Ramos merece una revisión crítica sobre la transparencia y la ética en el deporte.
Es alarmante que entidades como BoxRec, una plataforma de registro, puedan influir en las decisiones de promotores y comisiones de boxeo mediante la amenaza de no registrar peleas. Esto crea un ambiente donde la autonomía y la regulación adecuada podrían ser comprometidas en favor de intereses comerciales o personales.
Además, se han reportado casos de manipulación en los registros de récords de boxeadores, lo que subraya la urgente necesidad de una mayor vigilancia y regulación en la gestión de datos dentro del deporte. Estas prácticas no solo distorsionan la verdad deportiva, sino que también ponen en riesgo la seguridad y la equidad de los competidores.
Es crucial que las decisiones relacionadas con la autorización de peleas se basen en criterios objetivos y justos, guiados por las normativas establecidas por las comisiones deportivas competentes. La integridad del deporte debe estar por encima de cualquier influencia externa que pueda comprometer su legitimidad.
Además, es importante señalar que el papel de Alberto es como réferi en Tijuana, aunque fundamental para el desarrollo justo de las peleas, se limita a ser un oficial neutral y aplicar las reglas del deporte. Autoproclamarse como representante de BoxRec en México es un paso más allá de sus funciones como capturista de datos, y podría generar confusiones o malentendidos sobre su verdadera autoridad y responsabilidades en el ámbito deportivo.
Es responsabilidad de todas las partes interesadas, incluidos los entes privados y los árbitros, asegurar que el boxeo se practique de manera ética y transparente, preservando así un ambiente seguro y equitativo para todos los involucrados.