Isaac Guerra
Parecía ser más que un sueño, una pesadilla, pero no, era real, entrar viendo por doquier caras de dolor y de tristeza hasta llegar a la capilla ardiente donde en medio de cuatro velas, coronas y ramos de flores multicolores estaba un ataúd con dolientes mirando hacia su interior, con lágrimas en los ojos, inconsolables que trataban de encontrar una palabra de aliento acompañada del fuerte abrazo de sus familiares.
Los familiares y amigos, poco a poco iban pasando, hacían una fila interminable, el duelo de los presentes era sincero, el dolor y las lágrimas no eran fingidas, ahí estaban todos los integrantes de la familia boxística de Monterrey para darle su último adiós a un gran hombre, a un gran personaje que fue millonario, pero de amistades, esas que ahí estaban presentes en la funeraria Protecto Deco de Monterrey.
Todos se dieron tiempo de sus obligaciones para acudir sinceros a darle el adiós al compañero y amigo Mariano Torres Alvarado, un hombre bueno que se adelantó en el camino y que en muy poco tiempo estaba cultivando los frutos de la amistad que sembró en su paso por el mundo del pugilismo.
No había lugar vacío para sentarse, gente de todas las edades estaban ahí, los murmullos de la gente se escuchaban por todos lados, palabras que enaltecían la memoria de Mariano Torres, boxeadores activos, retirados, entrenadores, dirigentes, ex dirigentes, promotores, toda la familia boxística estaba ahí reunida.
Una virtud de Mariano es que no tuvo enemigos, todos eran sus amigos, algo que muy pocas veces es visto, la sinceridad de todos los presentes que acudieron a despedirse de él, se puede decir que rebasó la cifra de más de mil dolientes entre la madrugada de ayer y el día.
Por ahí estaban Miguel Vargas, ex presidente de la Comisión de Box de Monterrey, Javier Camacho, ex presidente de la Asociación de Boxeo Aficionado de Nuevo León, el promotor Roberto Zarazúa, entrenadores como Lupe Esquivel, Mariano Torres, Alejandro López Chávez con quien más convivió en su etapa como entrenador de boxeo y uno de los que más le lloró sincero, Carmen ‘La Pocha’ Martínez, peleadores como Jesús ‘Oaxaca’ Romero, Richard Zamora, Ángel Nerio al que acompañara en su aventura en Japón, José ‘La Boa’ Rodríguez entre tantos más.
En la entrada de la funeraria, inconsolable con los ojos cansados de tanto llorar, ahí estaba don Felipe Torres, con su guayabera blanca, con su mirada cansada, agotado de tanto dolor, seguía recibiendo abrazos de consuelo de cada uno de los que lo veían, sintiendo como un latigazo a cada momento sobre la herida sangrante de haber perdido a un hijo.
El dolor de Felipe era compartido, todos trataban de cargar un poco para aligerarle la carga con palabras de consuelo, sin embargo se sabe que no hay peor dolor para un padre y una madre que perder a su hijo, eso estaba experimentando este hombre de carácter duro y que hoy tuvo que dejarlo a un lado.
Era triste la escena y la impotencia de no poder hacer nada para aliviar su dolor y el de su familia, llegó el momento en que una joven llegó y le dijo “vamos, lo están esperando para iniciar la misa”.
Don Felipe se retiró a acompañar a su esposa en este duro momento, trataba de hacerse fuerte al limpiar las lágrimas que corrían por sus mejillas, así estuvo al frente donde el padre comenzó a oficiar la misa de cuerpo presente.
Fue triste cuando el padre terminó y sus familiares fueron los primeros en darle la despedida, de nuevo el llanto y el dolor, no era para menos, se dieron las palabras de agradecimiento a los familiares y amigos que acompañaron a Mariano en su último adiós.
¡Descansa en paz, amigo Mariano!